Artículo escrito por la Dra. Isabel Cardoso, Licenciada en Medicina y Cirugía de Cabeza y Cuello por la Universidad Autónoma de Madrid. Especialista en Otorrinolaringología por el Hospital General Universitario Gregorio Marañón de Madrid y Doctora en Medicina y Cirugía por la Universidad Europea de Madrid.
El acúfeno o tinnitus es la percepción de sonido en ausencia de una señal sonora exterior, es decir, la persona que lo padece es capaz de escuchar un ruido que no proviene del medio en el que se encuentra, sino que lo genera su propia vía auditiva. Se cree que los padece en torno al 15% de la población de todas las edades, aunque suelen aparecer en edades avanzadas en relación con otros problemas auditivos propios del paso de los años.
Son muchas las causas que pueden provocar un acúfeno, desde un tapón de cera hasta una lesión del oído interno. La mayoría de las veces el paciente percibe un sonido parecido a un pitido, una interferencia eléctrica o un zumbido, y puede notarse en uno o ambos oídos o incluso producir la sensación de que se genera en el interior de la cabeza.
Casi siempre se trata de sonidos constantes, pero que se oyen más en situación de silencio ambiental, como por la noche. En otras ocasiones el ruido se parece a un latido o puede aparecer o acentuarse según las circunstancias del paciente, como al realizar un esfuerzo físico intenso o ante una situación de ansiedad o de disgusto.
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Acúfenos relacionados con contracturas cervicales
Aunque hasta la fecha los acúfenos se han relacionado habitualmente con la exposición a ruido de índole laboral, la pérdida de audición o con la presencia de cuadros de estrés elevado, cada vez es más frecuente que los pacientes consulten por presentar acúfenos cuya aparición se relacionan con problemas cervicales o de mandíbula, así como con la presencia de dolores de cabeza.
A este tipo de tinnitus se les llama acúfenos somatosensoriales, y suelen aparecer o modificar su timbre o intensidad con los movimientos del cuello, la posición de la mandíbula o la manipulación de las estructuras del esqueleto craneal, facial y cervical.
Aunque pueda resultar sorprendente, esta situación se explica por la relación anatómica que existe en el sistema nervioso central entre la información auditiva y la que aporta el sistema musculoesquelético del cuello. Esta conexión tan primitiva es la que permite a los animales localizar con facilidad y de manera casi automática el origen de los sonidos del medio en el que viven. Se trata de un reflejo de importancia vital para los seres vivos, y que refleja la intensidad del sistema de alerta que los mantiene con vida. Un ejemplo típico de esta situación podemos comprenderlo cuando observamos a un animal pastando que, ante el mínimo ruido en su entorno, detiene su actividad en busca de la fuente de sonido para prepararse para la huida ante una agresión potencial. Al tratarse de un reflejo primario de alerta, esta conexión es muy sensible y debe de estar muy consolidada para ser eficaz.
De esta forma, esta información compartida también actúa en sentido contrario de tal modo que, cuando existen lesiones agudas o crónicas de la región del cuello o de la mandíbula, se puede desencadenar como respuesta paradójica la aparición progresiva de un acúfeno o el empeoramiento de uno que ya existía.
¿Por qué aumentan los casos de acúfenos derivados de problemas cervicales?
Este incremento de acúfenos de naturaleza somatosensorial en los últimos años se ha relacionado con el actual estilo de vida, que implica de manera habitual el mantenimiento de posturas perjudiciales de la espalda y el cuello en relación con el sedentarismo, con la habitual sobrecarga emocional o laboral y con la exposición a pantallas. Estos hábitos de vida facilitan la aparición de lesiones cervicales y suelen asociar conductas de estrés crónico, que se asocian a trastornos secundarios tales como el bruxismo, que es la presencia de una mordida excesivamente fuerte que se desarrolla de manera inconsciente, especialmente durante el sueño, y que no solo lesiona las piezas dentales a largo plazo, sino que genera tensión y contracturas de la musculatura masticadora y submandibular, que a la postre van a redundar en el desarrollo de conductas de presión local capaces de provocar un acúfeno.
¿Se pueden curar los acúfenos originados por problemas en la espalda?
En cualquier caso la pregunta que solemos hacernos es siempre la misma: «¿Se pueden curar estos acúfenos?, ¿podemos mitigar las molestias que generan?». En primer lugar tenemos que considerar que lo más importante a la hora de manejar un acúfeno es identificar correctamente las causas que lo provocan, es por ello que, ante la aparición de un acúfeno, debemos evaluar al paciente de manera integral para identificar el origen del mismo.
Ante este tipo de acúfenos, los que llamamos somatosensoriales, es fundamental la identificación precoz de su origen, ya que la lesión que lo desencadena suele ser lenta y progresiva, y también va a serlo por tanto el trabajo necesario para su recuperación. Por lo general, los acúfenos somatosensoriales suelen tener buen pronóstico cuando se identifican de manera precoz, y, en manos de los especialistas adecuados, es posible realizar actuaciones específicas que puedan identificar las conductas que los desencadenaron, para mejorar la percepción del síntoma e incluso hacerlo desaparecer, así como para evitar su empeoramiento o una recaída, ya que si vuelve a reproducirse la misma actitud que lo generó, es cuestión de tiempo que el síntoma reaparezca.
¿Qué profesional trata los acúfenos derivados de contracturas cervicales?
El manejo del acúfeno somatosensorial, por tanto requiere la actuación combinada del especialista en Otorrinolaringología con un equipo rehabilitador en el que se integre Fisioterapia y Terapia Logopédica, con el propósito de descartar otros trastornos de la vía auditiva, y al tiempo identificar el problema cervicomandibular y la conducta postural que lo genera, de manera que se establezca una terapia interdisciplinar para resolver el conflicto muscular y corregir a su vez el hábito respiratorio y de conducta postural que desencadena el trastorno. Por otra parte, en muchos casos la estrecha relación con situaciones de estrés crónico y ansiedad también requieren la participación del equipo de Psicología, con un especialista en terapias de relajación y manejo de trastornos de índole emocional.
Además, ya que el acúfeno somatosensorial la mayoría de las veces se produce por ciertos hábitos de vida perjudiciales, es recomendable que la población general se haga consciente de este trastorno, que nos permita concienciarnos del perjuicio que generan determinadas conductas que son cada vez más habituales en nuestro medio, y que generan alteraciones y problemas de salud incluso en población muy joven, ya que, el mejor resultado terapéutico para este tipo de trastornos es la prevención.
Por lo tanto, ante este tipo de síntomas recomendamos corregir los hábitos de vida hacia un estilo más saludable, con la práctica de deporte suave y bien dirigido a las capacidades de cada paciente, limitar el número de horas al día de exposición a pantallas, e invitamos a consultar con un especialista que cuente con un equipo especializado en el diagnóstico y tratamiento integral del acufeno, a ser posible cuando éste presenta poco tiempo de evolución con la intención, no de generar miedo al síntoma, sino de identificar sus causas y corregirlas de manera precoz.
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