Artículo escrito por el Dr. Juan Antonio Pasamontes Pingarrón, Doctor en Medicina y Cirugía. Hospital General Universitario Gregorio Marañón. Madrid y Hospital Universitario Sanitas La Zarzuela, de Madrid.
Muy probablemente, le haya llamado la atención alguna vez la forma tan peculiar que tienen las orejas (pabellones auriculares) de algunos deportistas que practican deportes de contacto, tales como: boxeo, artes marciales, lucha, rugby, etc.
Se trata de una deformidad del pabellón auricular, algo antiestética, conocida en medicina con el término de “oreja de coliflor”. Es un término que define, muy gráficamente, la forma que terminan adoptando dichos pabellones. Habitualmente se retraen, se hacen más gruesos y abultados, tornándose duros y toscos, como si de un papel arrugado se tratase o, más concretamente nuestro caso, como si tomaran el aspecto de una “coliflor”.
¿Por qué se produce la “oreja de coliflor”?
La oreja de coliflor se origina fundamentalmente como consecuencia de impactos, roces, traumatismos repetidos o intensos sobre el pabellón auricular. Para poder entender el motivo que lleva a semejante alteración de la estructura de la oreja, es necesario conocer unas breves pinceladas de anatomía.
El pabellón auricular está conformado, desde superficial a profundo, por la piel que está en íntimo contacto con el cartílago auricular. El cartílago, a su vez, está envuelto por una fina cubierta denominada pericondrio. El pericondrio tiene un papel muy importante, ya que contiene los pequeños vasos sanguíneos (vascularización) que aportan los nutrientes necesarios para la vitalidad de nuestro cartílago auricular.
El problema viene cuando al sufrir un traumatismo en el pabellón, se rompen los vasos sanguíneos del pericondrio y se produce un hematoma localizado entre el pericondrio y el cartílago (imaginemos que el hematoma se comportara como un aislante que se interpusiera entre las dos superficies).
Si este hematoma se mantuviera tiempo, ocasionaría un problema de nutrición al cartílago, al no llegarle adecuadamente la nutrición necesaria y terminaría produciéndose una muerte del tejido cartilaginoso (necrosis). Tal necrosis del cartílago provocaría destrucción del mismo y consecuentemente deformidades, tales como, abultamientos, retracciones y cambios estéticos importantes en una estructura, tan expuesta y visible a los demás, como son nuestras orejas.
Pero esta no es la única causa (etiología) de la oreja de coliflor. Puede estar desencadenada por procesos infecciosos o inflamatorios del pabellón auricular. Se trataría de procesos que afectaran al cartílago y al pericondrio, dejando en algunos casos una alteración anatómica como secuela de los mismos.
Entre los procesos infecciosos/inflamatorios hay que tener en cuenta algunas enfermedades como la condritis o pericondritis, este término se refiere a una inflamación del pericondrio y/o cartílago, en nuestro caso el cartílago auricular, producida por bacterias que penetran a través de la piel. Esta entrada de gérmenes puede estar provocada por una herida que deje al descubierto el cartílago. Y tal y como hemos mencionado anteriormente, puede ser la causa que conlleve a la deformidad de los pliegues cartilaginosos del pabellón auricular. A este respecto, no debemos olvidar que una causa cada vez más frecuente, sobre todo entre los jóvenes, de condritis y posteriores deformidades, la constituyen los “piercings” que atraviesan cartílago de la oreja.
Otra causa de condritis son aquellas provocadas por enfermedades autoinmunes. Se trata de un grupo de enfermedades poco frecuentes, donde existe una alteración de nuestro sistema defensivo (sistema inmune) que termina afectando a nuestros propios tejidos y órganos.
Pertenecen a este grupo de enfermedades autoinmunes; el Lupus eritematoso, la condritis recidivante y la esclerodermia entre otros.
Síntomas de la oreja de coliflor
Como hemos mencionado previamente, la oreja de coliflor es la deformidad del pabellón auricular que aparece como consecuencia de traumatismos, hematomas, heridas, infecciones… Por tanto, el principal síntoma es el problema estético que conllevan. Es lógico pensar que antes de llegar a esto, el paciente ha tenido síntomas de dolor, inflamación, hinchazón y enrojecimiento del pabellón auricular, como consecuencia del importante componente infeccioso/inflamatorio que precede a la aparición de esta secuela.
En algunos casos severos, puede plantear también un problema funcional. Nos referimos a aquellas situaciones en las que la deformidad conlleve un estrechamiento de la entrada del conducto auditivo externo, originando problemas auditivos (hipoacusia) al estrecharse la puerta de entrada del sonido.
Pero, curiosamente, la oreja de coliflor no tiene el mismo impacto en todas las personas. Muchos luchadores muestran muy orgullosos sus orejas de coliflor como una “marca de guerra”. Prueba de ello es la existencia de un curioso club llamado Cauliflower Alley Club (El club del callejón de la coliflor), creado en 1965 por el actor y luchador Mike Mazurki y formado por luchadores y boxeadores tanto retirados como en activo. Como cabía esperar, su emblema es una fotografía de la oreja de coliflor de Mazurki.
Tratamiento de la oreja de coliflor
Como en otras muchas enfermedades, el mejor tratamiento es una buena prevención.
Es una entidad conocida desde antiguo y a la que se le presta atención desde hace más de dos mil años, tal y como lo demuestra el hallazgo, en unas excavaciones en Roma, de una escultura llamada “El púgil en reposo”, datada del siglo VI antes de Cristo, que muestra a un luchador luciendo esta deformidad.
En la actualidad existen medidas de protección para aquellos deportes de contacto que entrañan mayor riesgo. Contamos con el gorro de melé para jugadores de rugby, cascos de boxeador o férulas auriculares con diseños más específicos para el tipo de actividad a desarrollar.
El tratamiento cuando ha aparecido el hematoma auricular (otohematoma), que describíamos previamente, pasar por realizar una evacuación de dicho hematoma (drenaje quirúrgico) a través de incisiones o punciones que practicamos sobre la superficie de la oreja, que permiten la extracción del hematoma. Tras ello, y para evitar que se vuelva acumular nuevamente sangre en el espacio comprendido entre el pericondrio y el cartílago, es preciso mantener una compresión local, mediante vendaje o sutura de apósitos en la zona.
Para evitar la infección de cartílago es recomendable añadir la toma de antibióticos.
Si estas medidas mencionadas se practican cuanto antes, ayudarían a minimizar el riesgo de desarrollar orejas de coliflor.
Ante un traumatismo del pabellón auricular que se acompañe de síntomas de alerta como: hinchazón, coloración violácea del mismo, dolor intenso e incluso fiebre, debería consultar con un especialista ante la posibilidad que pueda estar desarrollando un otohematoma que, de no ser tratado, terminaría generando oreja de coliflor.