QUÉ ES LA HIPOACUSIA INFANTIL
En función del lugar del oído en el que se producen, las pérdidas auditivas se dividen en dos tipos: conductivas y neurosensoriales.
La pérdida auditiva neurosensorial se debe a daños en las células ciliadas del oído interno (la cóclea) y/o las fibras nerviosas que llevan los impulsos desde el oído interno hasta el cerebro.
Las causas de las pérdidas auditivas neurosensoriales pueden ser genéticas o hereditarias o adquiridas, debidas a traumas acústicos o a infecciones.
Entre dos y tres niños de cada mil (aproximadamente) nacen con una pérdida auditiva que requiere tratamiento. Las infecciones durante el embarazo, las complicaciones durante el parto o las infecciones perinatales tras dar a luz pueden ser una causa de las pérdidas auditivas en bebés.
Una pérdida auditiva conductiva es el resultado de la reducción de los sonidos durante su paso desde el oído externo al oído interno. La causa puede ser un bloqueo o daños en estructuras anatómicas del oído externo, el canal auditivo o el oído medio.
La acumulación de cerumen u otros cuerpos extraños y la otitis son las causas más comunes de las pérdidas auditivas conductivas en niños. La otitis media es una infección muy común que se cura en la mayoría de casos. Sin embargo, una acumulación de tejido de cicatrización debida a muchos casos de infección puede ocasionar una pérdida auditiva conductiva que puede ser más difícil de compensar. Una infección crónica –otro tipo de otitis- puede no ser dolorosa pero la inflamación puede provocar una pérdida auditiva conductiva considerable. Las infecciones que no se tratan pueden causar complicaciones severas, como por ejemplo una pérdida auditiva neurosensorial.
PREVENCIÓN DE LA
PÉRDIDA AUDITIVA INFANTIL
SOLUCIONES PARA LA
PÉRDIDA AUDITIVA INFANTIL