QUÉ ES LA HIPOACUSIA INFANTIL

La hipoacusia infantil es la incapacidad total o parcial del niño para oír sonidos por uno o en ambos oídos. Se calcula que de cada 1.000 bebés dos o tres presentan algún grado de hipoacusia al nacer.
La mejor manera para detectar una pérdida auditiva lo más rápido posible es realizar un screening neonatal. Actualmente, todas las comunidades autónomas españolas tienen programas de detección precoz de la sordera y hacen el screening neonatal a todos los recién nacidos. Sin embargo, cuando la pérdida no ha sido detectada siendo el niño un bebé también existen algunos indicios que pueden indicar a los padres que su hijo puede tener algún tipo de pérdida auditiva y que sería conveniente llevarlo a un otorrinolaringólogo que pueda valorarlo y, si lo estima conveniente, derivarlo a un centro auditivo.
Indicios de que un niño puede tener pérdida auditiva:
No se sobresalta ante ruidos fuertes.
No localiza las fuentes de sonido (no se gira hacia el lugar de donde viene el sonido o la voz).
Necesita niveles de sonido más fuertes de lo habitual.
Se toca o tira del oído frecuentemente.
Entre los seis y ocho meses deja de balbucear o los balbuceos se convierten en gritos. Los balbuceos no se convierten en sonidos del habla reconocibles.
No responde a los sonidos.
No responde a órdenes simples a no ser que la persona que le habla esté enfrente.
Evita el contacto social y tiene dificultad para relacionarse.
Le cuesta entender con frecuencia las instrucciones orales.

CAUSAS DE LA HIPOACUSIA INFANTIL

En función del lugar del oído en el que se producen, las pérdidas auditivas se dividen en dos tipos: conductivas y neurosensoriales.

PÉRDIDA AUDITIVA NEUROSENSORIAL EN NIÑOS

La pérdida auditiva neurosensorial se debe a daños en las células ciliadas del oído interno (la cóclea) y/o las fibras nerviosas que llevan los impulsos desde el oído interno hasta el cerebro.

Las causas de las pérdidas auditivas neurosensoriales pueden ser genéticas o hereditarias o adquiridas, debidas a traumas acústicos o a infecciones.

Entre dos y tres niños de cada mil (aproximadamente) nacen con una pérdida auditiva que requiere tratamiento. Las infecciones durante el embarazo, las complicaciones durante el parto o las infecciones perinatales tras dar a luz pueden ser una causa de las pérdidas auditivas en bebés.

PÉRDIDA AUDITIVA CONDUCTIVA EN NIÑOS

Una pérdida auditiva conductiva es el resultado de la reducción de los sonidos durante su paso desde el oído externo al oído interno. La causa puede ser un bloqueo o daños en estructuras anatómicas del oído externo, el canal auditivo o el oído medio.

La acumulación de cerumen u otros cuerpos extraños y la otitis son las causas más comunes de las pérdidas auditivas conductivas en niños. La otitis media es una infección muy común que se cura en la mayoría de casos. Sin embargo, una acumulación de tejido de cicatrización debida a muchos casos de infección puede ocasionar una pérdida auditiva conductiva que puede ser más difícil de compensar. Una infección crónica –otro tipo de otitis- puede no ser dolorosa pero la inflamación puede provocar una pérdida auditiva conductiva considerable. Las infecciones que no se tratan pueden causar complicaciones severas, como por ejemplo una pérdida auditiva neurosensorial.

PREVENCIÓN DE LA
PÉRDIDA AUDITIVA INFANTIL

Pese a que la mayor parte de las pérdidas auditivas infantiles son genéticas, hay algunas que están causadas por infecciones o por traumas acústicos.
Por eso, es importante tratar bien las infecciones de los más pequeños, utilizar protectores auditivos en la piscina, secar bien los oídos después del baño y evitar su exposición a ruidos de alta intensidad como pueden ser los petardos.
Además, es importante inculcarles buenos hábitos acústicos, evitando que escuchen música demasiado alta o que utilicen auriculares durante demasiado tiempo y con un volumen excesivo.
Prevención pérdida auditiva niños

SOLUCIONES PARA LA
PÉRDIDA AUDITIVA INFANTIL

Las pérdidas auditivas neurosensoriales de los niños -tanto si son hereditarias, si se han producido por problemas durante el embarazo o el parto o si se deben a una infección o a un trauma acústico- no se suelen tratar con medicamentos ni operaciones sino que requieren el uso de audífonos o de implantes cocleares.
Por el contrario, es posible tratar la mayoría de las pérdidas auditivas conductivas con medicamentos o con una intervención quirúrgica. Sin embargo, es posible que los procedimientos médicos no curen completamente la pérdida conductiva, en cuyo caso los audífonos aportan grandes beneficios.
En los centros Aural trabajamos con audífonos de la máxima tecnología auditiva.
Disponemos de una línea de audífonos que ofrece a los niños con pérdidas de audición la oportunidad de aprovechar al máximo sus posibilidades auditivas y desarrollar su lenguaje oral en las primeras edades. Son audífonos que combinan potencia, alta tecnología en audición, formatos modernos y divertidos colores.
Los audífonos pediátricos deben ser capaces de facilitar la escucha en todos los ambientes puesto que las necesidades auditivas del niño son muy elevadas. Deben ofrecer, por lo tanto, las máximas prestaciones y facilitar el acceso a todos los sonidos del espectro del habla.

PREGUNTAS FRECUENTES

El alumno debe situarse en un lugar donde pueda oír y ver con claridad al profesor, y a la vez, participar de todo lo que ocurre en el aula, relacionándose también con sus compañeros. Se recomienda el uso de ayudas técnicas conectadas a sus audífonos, que facilitan que la voz del profesor y la de sus compañeros le llegue con la mayor claridad, reduciendo los ruidos del entorno. Y utilizar recursos de apoyo como materiales escritos, audiovisuales, esquemas…. Es importante también que el profesor se asegure de que el alumno ha comprendido sus explicaciones.
Una vez realizada la adaptación de audífonos, es fundamental iniciar una intervención logopédica especializada que se centrará en estimular la capacidad auditiva que los niños pueden obtener a través de sus audífonos y la adquisición y desarrollo del lenguaje. El logopeda facilitará a los padres estrategias de comunicación que les permitan establecer con sus hijos interacciones comunicativas de calidad, en las que el niño participe activamente y vaya dando significado a todo lo que está oyendo, porque el lenguaje se adquiere interactuando con el entorno. Por eso es importante que todas las personas que interactúen con el niño (familia, profesores…) tengan presente que aunque utilice audífonos y se comunique oralmente, pueden aparecer dificultades de comprensión en distintas situaciones acústicas.
La audición es la vía principal de estimulación para adquirir y desarrollar el lenguaje, por eso, si la pérdida auditiva está presente desde las primeras edades, los niños pueden tener dificultades importantes para el desarrollo del lenguaje, para el aprendizaje y el rendimiento académico y para sus relaciones sociales. De ahí la importancia de disponer lo más tempranamente posible del diagnóstico realizado por un médico otorrinolaringólogo, para determinar el tratamiento más adecuado (médico, quirúrgico, protésico…) y si precisa, una intervención logopédica especializada.
En primer lugar, si se sospecha que el menor tiene pérdida auditiva, tanto por parte de la familia como por los profesionales implicados en su educación, deben de acudir al pediatra para que lo deriven a un médico especialista, el otorrinolaringólogo (ORL), que le realizará un diagnóstico. Tras la visita al ORL, le derivarán a un centro auditivo para que le hagan las pruebas complementarias y poder recomendarles una solución a las necesidades detectadas.
Si los valores de la audición están entre 0-20dB se corresponde con audición normal, por lo que a partir de los 20dB se considera hipoacusia. El tipo y el grado de pérdida determinarán cuál es el tratamiento a seguir para poder mejorar la calidad auditiva, la comprensión y la inteligibilidad del habla.
La hipoacusia es lo mismo que pérdida auditiva, esta puede presentarse en ambos oídos o en uno, habiendo distintos tipos y grados de pérdida. Según el momento de la aparición se clasifica entre prelocutiva (antes de la aparición del lenguaje), perilocutiva (entre los 2-4 años) o postlocutiva (después de la aparición del lenguaje). Según la localización de la lesión puede ser hipoacusia de transmisión o conductiva, de percepción o neurosensorial, mixta o central. Y según el grado de pérdida puede ser leve (21-40 dB), moderada (41-70 dB), severa (71-90 dB) y profunda (> 90 dB).
Siguiendo las normas de la Bureau International d’Audiophonologie (BIAP 1997)7, se clasifican según la intensidad del sonido más débil que puede percibir y hay 4 grados, leves (21-40 dB), moderadas (41-70 dB), severas (71-90 dB) y profundas (> 90 dB).